Me desperté pensando que ayer me sentí como un gatito. Un gatito que se acerca lentito, muy lentito. Sin hacer tanto ruido, se acerca y espera a que lo quieran. Hay veces que resulta, así el gatito es feliz y se quedaría para siempre envuelto en cariño.
sábado, 17 de julio de 2010
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