sábado, 19 de enero de 2013

2012 "Se acabó el mundo"

El mundo se acabó, pero inmediatamente después empezó uno exactamente igual, por eso nadie lo notó.

¡Qué año! Este año sí que fue distinto, se acabó el mundo que conocía y empezó uno nuevo y mejor...

Por querer salir de mí, salí de aquí... y fue increíble.
 
Por primera vez me subí a un avión, volé y atravesé la Cordillera de los Andes, sorprendiéndome de su tercera dimensión: la profundidad. 
Llegamos a un país nuevo, a una capital desocupada de gente pero llena de nubes que corrían distintas a las de acá...
Después de diez años me volví a subir a una bicicleta y recorrí la rambla de Colonia del Sacramento, sorprendiéndome en cada pedaleo de no estar en el suelo, al final sí me caí... pero me paré... y seguí.  
Subimos un cerro en silencio... rezando... y bajamos en unas sillas voladoras a comer frente al Atlántico. 
Paseamos por playas eternas, me quemé, necesité y extrañé... Busqué.
En un camión, sentadas en el techo, llegamos al lugar más mágico del viaje. Todo era como en un sueño, la gente, las casas, el cazo de tiburón que comí. Prendimos un faro, nos perdimos en una tormenta eléctrica por no ver el camino, tomamos ranitas de Darwin entre las manos, entramos a la cueva que para todos era un mito, tocamos con el dedo cada roca que vimos y el cabo se despidió con un arcoiris.
Esos dedos nos saludaron alumbrados de sol, después de una mañana llena de nubes. Recorrimos toda esa Punta y de vuelta al terminal... Donde encontré felizmente lo que antes busqué.
Montevideo, donde se empieza se termina...Recargadas de experiencia volvimos y despedimos el viaje cenando y bailando con amigos...

De la nada nació un viaje que al primer día se tuvo que reinventar y se llenó de espontaneidad. Bordeamos la costa uruguaya cantando, tomando mate, rezando y disfrutando de cada persona y lugar con que nos encontramos... Nos llenamos de todo lo bueno que trajo el viaje consigo y volvimos.


Volví y me fui. Se venían las misiones... Estaba en la organización, con una sobrepoblación de misioneros, con un montón compromisos incumplidos en cuanto a gestiones de alimentación y todavía muerta de sueño y cansancio por el viaje... Pese a todo, los días pasaron sin que me diera tanto cuenta de nada, estaba a la cabeza, pero mi cabeza volaba. Estoy segura que estuve más cerca de Dios en el viaje que en la misión, pero de todas maneras la entrega no fue en vano. Si alguien tuvo un encuentro de Vida y Amor, el cansancio valió la pena... aunque poco se valorara.

Hasta que volví. Había una historia pendiente, con la que me fui a Uruguay. Por querer bailar, conocer más gente y sentirme feliz, encontré todavía más...
Encontré al que ha sido mi compañero en este loco año. El que ha estado en todo lo que se me pasó por la mente, andar en parapente, volar en globo, bailar cueca, cantar en un karaoke, curso de natación, minivacaciones en medio del año... etc. Acompaña las locuras, las alegrías y las tristezas... mi compañero hasta ahora incondicional... Quien ha sacado mucho de mí y que sin querer, quizá, ha sanado muchas heridas de antes... Realmente doy gracias a Dios por ponernos en el mismo camino, por habernos podido encontrar en un lugar impensado y por poder seguir juntos hasta hoy... caminando.

A mediados de año apareció en mi vida otro pequeño crespito que vino a hacer estragos, pero que a la vez ha llenado de cierta ternura tantos momentos y nos sacó del foco tedioso en el que estaban vuelcos los ojos. Los ojos siguen ahí en realidad, pero al mezclarlo con el paso de este perrito sabe un poco mejor... de alguna forma se siente más liviano.

Mientras por un lado fue mucho lo que gané, por otro siento que mi gran ausencia de este año fue el estar en comunidad, tanto por horarios como por resistencias propias ante situaciones o personas. Pero extrañé mucho ese espacio en mi vida, de renovación constante, de novedad, de cercanía con Dios. Pero hubo siempre algo que me ayudó de una u otra forma, como las pocas pautas a las que fui, las misas en San Francisco con la imagen constante de la misericordia en las homilías, las Cartas del diablo a su sobrino que fueron una novedad en el camino con Dios y la venida de Víctor desde África con una mirada distinta acerca de todo, de las personas, de la fe y de la vida en general...


Este año también fue de encanto y desencanto constante por la profesión, pero me quedo con el encanto y con las ganas de entregar un mejor servicio a pesar de que tantas cosas se me vengan en contra, incluyéndome... Sanjo el tema diciendo que disfruté ser fono y bailar hasta pasado las 4 am en esa fiesta de 40 años de carrera...

Hubo harto, hubo más de lo que pude asimilar al parecer... definitivamente este año no me aburrí ni me sentí  sola como era lo habitual... fue un año bueno, con viajes, bailes, amigos, películas, trabajo, problemas, alegrías, asados, paseos, tecitos y mucha apertura ante lo nuevo... fue bueno cambiar cosas y disfrutar la compañía, la confianza y el amor que se pasearon de manera transversal en cada cosa que viví... y me alegro...

Termino con un propósito para el 2013: Crecer.