Quiero escribir tantas cosas, se me juntan en la cabeza y no salen, es como un cuello de botella.
Estos días han pasado muchas cosas por mi cabeza, preferiría no pensar tanto, armo unas tragedias en mi interior que ya están rayando el límite entre lo sano y lo enfermo. Las cosas malas son las primeras en saberse así que creo que nada malo va a pasar ya. Quiero estar tranquila y feliz, me paso cantando a mí misma esa canción de Jesucristo Superestrella Nada va a pasar, todo estará en paz, esta noche debes descansar, pues el mundo sin ti seguirá, duerme bien, duerme bien, con el sueño podrás olvidar (nada va a pasar todo estará en paz). Canto la canción y me doy cuenta de cuanta necesidad siento de que él esté y me de seguridad, que me diga que esté tranquila, que no pasa nada, que lo tome y lo guarde todo para el bien en un futuro cercano. La incertidumbre me mata y lo peor es que no me deja escribir con plena libertad lo que está atascado en esa salida tan pequeña como las puntas de unos cuantos dedos. Quiero escribir acerca de que ya terminé y lo hice entera, que cosas me dejó cada lugar, lo que terminé pensando en la última práctica, que ya no me gustan muchos las fiestas de fin de año, que ahora empieza una etapa nueva y tantas cosas. Quiero que ya todo termine bien y seguir adelante, esto es una tontera, además nadie me amenazó con algo más terrible que esta es su nota sin haber sanción, quizá no pase nada, les avisamos por mail. Después incluso pregunté si iba a pasar algo más terrible como para no dar el examen y me dijeron que no, que solo querían saber que había pasado, cuáles eran las intenciones y nada más. Todo se convirtió en pesadilla cuando dejé de confiar en lo que me dijeron. Ya debiera parar. Empezar a ser yo, no triste ni preocupada, YO.
